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Ciudad Abierta

No es novedad que millones de personas opinan, comentan y se informan a través de redes sociales como Facebook, Instagram, TikTok o X. Para muchos, éstas se han convertido en el principal canal de interacción con amigos, referentes, empresas, instituciones públicas, e incluso con autoridades (como la alcaldesa o alcalde de nuestra comuna).

En el contexto de transformación digital y avance hacia un modelo de gobierno digital, surge una pregunta clave: ¿hasta qué punto las redes sociales son herramientas efectivas de participación ciudadana? ¿Qué ventajas e impactos tienen estas herramientas en la gestión municipal? ¿Facilitan la construcción de confianza entre autoridades y la ciudadanía?

Redes sociales y participación: un fenómeno global

Las redes sociales no nacieron como canales de gestión pública, pero se transformaron en un espacio donde los ciudadanos debaten, se organizan y exigen respuestas. Si revisamos las redes sociales más utilizadas por municipalidades de Chile, Instagram y Facebook poseen mucha interacción de los usuarios (asumiendo que la gran mayoría son vecinos), teniendo como ejemplo usos como:

  • Denunciar problemas locales («eventos» en las calles, cortes de luz, basura, grifos en mal estado).
  • Coordinar movimientos sociales y protestas.
  • Difundir información oficial desde otros canales de las mismas municipalidades (sitio web oficial, redes sociales de unidades puntuales)
  • Demostrar desconfianza hacia decisiones que toman las autoridades.

En este sentido, funcionan como plataformas informales de democracia digital, aunque su rol real tiene luces y sombras.

Algunos puntos de las redes sociales como herramientas de participación
  • Alcance masivo e inmediatez: Las redes sociales permiten que un mensaje del alcalde o del municipio llegue a miles de personas en segundos. La capacidad de difusión es incomparable con los canales tradicionales.
  • Bajo costo y “cero papel”: Comparado con medios de comunicación tradicionales o reuniones presenciales, difundir información en redes sociales es económico, sostenible y se alinea con la política de cero papel.
  • Inclusión y accesibilidad: Con un celular y conexión a internet, cualquier persona puede participar. Esto acerca la gestión municipal a jóvenes, adultos mayores y sectores que muchas veces no asisten o no pueden asistir a reuniones presenciales.
  • Canal bidireccional: Las redes permiten diálogo. Las ciudadanas y ciudadanos comentan, preguntan y exigen, mientras que el municipio puede responder. Se pasa de la comunicación unidireccional a una conversación interactiva.
  • Transparencia y visibilidad: Publicar avances de proyectos, presupuestos y actividades genera confianza. Cuando los procesos son visibles, se fortalece la relación entre la ciudadanía y autoridades.
Algunos potenciales puntos en contra de las redes sociales como herramientas de participación
  • Ruido y desinformación: La misma facilidad para difundir información sirve también para distribuir rumores, noticias falsas y discursos de odio. Esto puede debilitar la confianza en el municipio y en el alcalde.
  • Falta de representatividad: No todos usan redes sociales, y quienes participan de forma activa no siempre representan a toda la comunidad. Esto puede sesgar la percepción de las necesidades locales.
  • Debate superficial: Los comentarios en redes sociales suelen ser breves, emocionales y poco profundos. Esto limita la posibilidad de construir propuestas sólidas o deliberación de calidad.
  • Riesgo de manipulación política: En algunos casos, los municipios o candidatos pueden usar redes más como herramienta de propaganda que como espacio real de participación ciudadana.
  • Sobrecarga para el equipo municipal: La gestión de redes requiere tiempo, moderación y respuestas rápidas. Sin un equipo preparado, el flujo de mensajes puede volverse inmanejable.

 

Redes sociales vs. plataformas digitales de participación

Aquí surge una diferencia clave: las redes sociales no son herramientas diseñadas para procesos formales de participación ciudadana, sino espacios abiertos e informales. En cambio, las plataformas digitales específicas de gobierno digital (por ejemplo,  sistemas de votación online, apps municipales e incluso un «muro de ideas») ofrecen:

  • Datos estructurados y representativos.
  • Trazabilidad de los resultados.
  • Seguridad y privacidad de la información.
  • Procesos validados para la toma de decisiones.

Las redes sociales pueden complementar estas herramientas, pero no reemplazarlas. Lo ideal es integrarlas como canal de difusión, convocatoria y generación de cercanía. Éstas funcionan bien cuando las municipalidades las usan para invitar a participar de actividades, entrega de beneficios, informar fechas clave para obligaciones de la ciudadania, y otro tipo de instancias donde la información debe circular rápidamente. Por el contrario, las redes sociales no funcionan tan bien, cuando se intenta reemplazar un proceso participativo formal (muchos ejemplos de formularios o encuestas online que son fáciles de vulnerar), o cuando se responde de manera tardía o no se da seguimiento a los reclamos ciudadanos, generando frustración.

 

Hacia un modelo de participación híbrido

La participación ciudadana del futuro debería ser híbrida: una combinación entre redes sociales (difusión, diálogo inmediato) y plataformas digitales oficiales (procesos formales de decisión). Este modelo se alinea con la transformación digital de los municipios y el impulso hacia un gobierno digital eficiente y transparente, donde las ciudadanas y ciudadanos participan sin papeles y con trazabilidad de sus aportes.

Para ejemplificar, imaginemos que la municipalidad de Villarrica quiere decidir el destino de parte de su presupuesto municipal para proyectos juveniles. Primero, en una publicación en Instagram y Facebook, el Alcalde u otro representante realiza la siguiente pregunta: un post con la pregunta: “¿Qué proyecto para los jovenes de nuestra comuna crees que debería priorizar la municipalidad este año? Deportes, cultura o medioambiente?». Luego, muchos usuarios (donde podemos segmentar para tener claridad de su perfil) comentan, comparten historias y generan un debate abierto. Esto permite que la conversación llegue rápidamente a cientos de vecinos y que las ideas se amplifiquen. Tras esta etapa de difusión, la municipalidad habilita su plataforma oficial de consultas ciudadanas, donde los vecinos pueden votar de manera formal y segura. Cada voto quedaría registrado digitalmente (cero papel), y el sistema garantiza trazabilidad y transparencia en los resultados. Este proceso híbrido permitió que las redes sociales funcionaron como amplificador y espacio de conversación; que la plataforma digital asegurara un proceso institucional y verificable; y que finalmente (recordemos que es un ejemplo), el proyecto más votado «Remodelación del Skatepark de la costanera»se incorpora al presupuesto municipal, validado por el proceso participativo.

 

Las redes sociales tienen un enorme potencial como herramientas de participación ciudadana, pero también limitaciones que debemos reconocer. Son ideales para informar, convocar y dialogar rápidamente, pero no reemplazan los procesos formales de consulta ni los sistemas de gestión municipal digitalizados. El verdadero valor surge cuando se integran de forma estratégica: redes sociales como amplificador, plataformas digitales como garante de participación real.

La próxima vez que veas una publicación de tu municipio en redes sociales, pregúntate: ¿es solo información o también es una invitación a participar activamente en la construcción de nuestra comuna?

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